Elena Irurzun / En mi barrio

En mi barrio, las casas eran todas distintas. La nuestra tenía dos paredes de ladrillo. En la esquina estaba la heladera que habíamos recogido de la calle. Entre las paredes y la chapa del techo entraba el cable que venía de la casa de don Cosme, nuestro vecino. El resto era de madera y la puerta de cartón, más una tela que mamá había puesto. Durante el día, los colchones estaban apilados en un rincón y así había espacio para la mesa en la que ella preparaba la comida para nosotras, el bebé y don Cosme.

- El amor se demuestra en cuán chiquito podés cortar la comida- decía- y el agradecimiento también. 

El vecino había perdido todos los dientes en las peleas clandestinas así que a mí me tocaba llevarle las sopas y papillas que mamá le preparaba a cambio del afilado de los cuchillos. Volvía rápido para ayudar con el bebé. A veces iba al colegio, pero casi todos los días la acompañaba a buscar cosas en la calle.  Cuando conseguía algún trabajo, el bebé y yo nos quedábamos en la casa de don Cosme. A mí no me gustaba, pero mamá decía que era mejor que estar en la calle y que los patrones no querían chicos molestando por ahí. 
Cuando me enfermé tuvimos que ir a la salita. De ahí nos mandaron al hospital. Tomamos un colectivo, nos colamos en el tren y le pedimos al otro colectivero que nos llevara. Vinieron muchos médicos y me sacaron sangre. Se hizo de noche. Nuestra casa estaba sola y el vecino no tendría que comer. Cuando me desperté había personas de traje hablando con mamá. Me hicieron muchas preguntas. Algunas las entendía pero otras no, así que no dije nada. Me dieron más inyecciones y volvimos al barrio. Unos días después cayó la policía. Hablaron con todos y después se fueron. Mamá no volvió a dejarnos en lo de don Cosme. Me llevaba a la escuela y se iba a trabajar con el bebé, pero siempre seguía cortando la comida muy chiquita para todos.
Un día fue a llevarle la sopa y los cuchillos. Después de eso, al vecino no lo vimos más.  Como no tenia parientes, a nadie le extrañó que nos lleváramos algunas de sus cosas, y la piedra de afilar. Aprovechando un festejo organizado por la municipalidad o algo así, mamá consiguió un puesto en la feria. Teníamos que hacer mucha comida, así que me enseñó a picar todo bien chiquito. Preparé un montón de empanadas de carne que ella frió arriba de la garrafa, y hasta aprendí a hacer el repulgue. Por suerte vendimos todo, la gente dijo que estaban muy ricas. Con la plata que ganamos compramos ladrillos y una puerta.


En mi barrio
Elena Irurzun

Elena Irurzun nació en Buenos Aires en la primavera del 68.
Es médica generalista de animales.
Incursionó exitosamente en la narrativa"fanfiction" siendo parte del primer blog argentino de trascendencia dedicado a ese subgénero literario.
Rodeada de historias desde niña, algunas de ellas se vuelven cuentos mientras se despierta la noche.

Es colaboradora permanente de El Esfuerzo Conjugado.






Agustín Francis ph

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